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La Habana – La fragilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de Cuba quedó expuesta una vez más este miércoles, cuando una avería en la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras de Matanzas provocó un apagón general que dejó a todo el país a oscuras. En respuesta, el primer ministro Manuel Marrero Cruz se dirigió a la nación a través de la televisión estatal, pidiendo «confianza» a una población agotada por los cortes de luz, aunque sin ofrecer un cronograma claro para la recuperación del servicio.

En su intervención, Marrero aseguró que se «trabajará intensamente para dar una respuesta rápida» y que se estaba haciendo «todo lo posible y lo imposible» para solucionar la crisis. Sin embargo, sus palabras no fueron acompañadas de detalles técnicos ni de plazos específicos. La lentitud en la recuperación se hizo evidente este jueves, cuando el propio primer ministro confirmó en su cuenta de X que, hasta el momento, solo se habían restablecido 500 MW, una fracción de la demanda nacional, mientras se trabaja para energizar la CTE Guiteras y otros bloques de generación.

Este evento marca el segundo colapso a nivel nacional registrado en 2025 y subraya la crisis estructural que enfrenta el sector energético cubano. La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) informó que la caída total del sistema ocurrió a las 9:14 de la mañana del 10 de septiembre, un día en que ya se anticipaba una afectación superior a los 1,790 megavatios. Irónicamente, pocas horas antes del colapso, el propio gobierno había calificado la situación del SEN como «dura» y había anunciado la necesidad de un próximo mantenimiento para la CTE Antonio Guiteras, una advertencia que llegó demasiado tarde.

La causa de fondo, admitida por directivos del Ministerio de Energía y Minas (MINEM) y la UNE, es el envejecimiento crítico de la infraestructura. Muchas de las plantas termoeléctricas del país llevan más de cuatro décadas en funcionamiento sin recibir las reparaciones capitales necesarias, operando al límite de su capacidad. La CTE Guiteras, en particular, ha sido un punto débil recurrente, con constantes salidas imprevistas que desestabilizan toda la red eléctrica nacional.

La historia reciente está plagada de incidentes similares que demuestran la insostenibilidad del sistema. En marzo de este mismo año, otra avería, en esa ocasión en una subestación de La Habana, también provocó un apagón masivo. En julio de 2024, un fallo en la misma planta dejó al país sin electricidad durante más de ocho horas. Para la población cubana, estos colapsos son la culminación de meses de prolongados y programados cortes de luz que afectan drásticamente la vida diaria, la conservación de alimentos, la economía y los servicios más básicos, alimentando un creciente y palpable descontento social.

Mientras el gobierno sigue atribuyendo la crisis a la falta de piezas y al deterioro tecnológico, la repetición de estos eventos pone en tela de juicio la efectividad de su gestión y la viabilidad de sus soluciones a corto plazo.

¿Qué opinas? ¿Son suficientes las explicaciones del gobierno o es momento de exigir un cambio fundamental en la gestión de la crisis energética? ¿Hasta cuándo puede la población soportar esta situación?


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