
En una reciente aparición pública, Miguel Díaz-Canel, el mandatario cubano, extendió su agradecimiento a Vietnam, China y Laos por la «solidaridad» y «hospitalidad» mostradas durante sus visitas oficiales. En un discurso que parece sacado de un mundo paralelo, el líder aseguró que trabajará en los acuerdos sellados para el “bienestar” de estas naciones, concluyendo con la frase «Cuenten siempre con Cuba”.
Pero la pregunta que resuena entre los cubanos de a pie es: ¿de qué Cuba está hablando? La cruda realidad del día a día en la isla no se alinea con el discurso optimista y diplomático que el gobierno exporta. Mientras el presidente se abraza con otros líderes autoritarios y sella pactos que, en su mayoría, benefician a las élites en el poder, el pueblo cubano enfrenta una crisis humanitaria, social y económica sin precedentes. La represión, la censura, el hambre y la desesperanza son el verdadero rostro de una nación que no necesita más acuerdos con gobiernos afines, sino una transformación profunda basada en la dignidad y la libertad.
Las palabras “solidaridad” y “hospitalidad” suenan huecas cuando se pronuncian desde un sistema que ha aplastado durante décadas el espíritu de su propio pueblo. ¿Dónde está ese “bienestar” del que tanto se habla? Los salarios no alcanzan ni para la canasta básica, las libertades fundamentales están secuestradas y los jóvenes no tienen sueños, solo el deseo de huir. El futuro de Cuba parece estar en las manos de quienes deciden abandonarla, ya sea cruzando el mar en balsas improvisadas o buscando refugio en otros países.
La miseria en Cuba no es solo material; también es moral. La confianza en un futuro construido desde dentro se ha perdido. ¿Cómo se puede hablar de bienestar cuando los presos políticos se multiplican, la vigilancia ideológica lo contamina todo y las madres lloran por sus hijos que se han exiliado o han caído en manos de un régimen opresor?
Negociar con otras dictaduras no es una muestra de diplomacia, sino de complicidad. Es reafirmar el miedo a la democracia, es asegurar que ningún viento de cambio logre penetrar la vieja armadura del castrismo. Como bien señaló la activista y comunicadora cubana Judith Lauzurica, quien nos compartió esta visión, “Cuba no es una finca privada ni la herencia de los Castro. Cuba es de los cubanos, de todos, incluso de los que no piensan como usted”.
Los gobiernos existen para servir a su gente, no para aferrarse al poder mientras su pueblo se desangra en silencio o grita desde el exilio. Por eso, no cuenten con una Cuba que solo existe en un discurso oficial, mientras la verdadera Cuba, la de su gente, no puede contar con su propio gobierno.
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Preguntas para el debate:
- ¿Crees que el gobierno cubano realmente se preocupa por el bienestar de su pueblo o solo por mantener el control y el poder?
- ¿Qué significado tiene para ti, como cubano, la frase «Cuenten siempre con Cuba» en el contexto actual?
Dejamos estas preguntas abiertas para que se genere un debate constructivo en la sección de comentarios. Tu opinión es importante.