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Gibara, Holguín – La noche del pasado sábado, 13 de septiembre, la ciudad costera de Gibara, en la provincia de Holguín, se convirtió en el epicentro del descontento popular. Cientos de residentes, agotados tras soportar más de 24 horas consecutivas sin electricidad, salieron masivamente a las calles para exigir el restablecimiento del servicio y, con la misma fuerza, demandar libertad y el fin de la miseria.

Según reportes de ciudadanos y videos que circulan profusamente en redes sociales, la protesta comenzó de manera espontánea. El sonido de calderos y objetos metálicos golpeados al unísono rompió el silencio de una ciudad a oscuras, una escena que se ha vuelto cada vez más común en diferentes localidades del país. Los manifestantes, de todas las edades, coreaban consignas como «pongan la corriente» y «queremos luz», reflejando la desesperación inmediata que provocó la movilización.

Sin embargo, el reclamo inicial por un servicio básico evidenció rápidamente la profundidad de la crisis que vive Cuba. Las demandas escalaron para incluir gritos de «¡Libertad!» y «¡Abajo la dictadura!», demostrando que los apagones son solo la gota que colma el vaso de un malestar acumulado por la escasez de alimentos, la inflación galopante y la falta de derechos fundamentales. La protesta en Gibara no es solo por la luz eléctrica, es contra un sistema que mantiene a sus ciudadanos en una precariedad constante.

Este evento se inscribe en una creciente ola de manifestaciones a lo largo de la isla, donde las comunidades han comenzado a organizarse de forma autónoma para hacer visibles sus quejas. La respuesta del pueblo de Gibara es una clara señal de que el miedo a la represión está siendo superado por la desesperación y la necesidad de un cambio real y urgente. La energía de la protesta sugiere que la narrativa oficial de una «revolución energética» se desmorona ante la cruda realidad de los hogares cubanos.

Tras la protesta, han surgido informes sobre la detención de al menos siete personas, según fuentes locales y activistas de derechos humanos. Esta sería la respuesta represiva del régimen, una táctica habitual para sofocar cualquier tipo de disidencia e intimidar a futuros manifestantes. Lo que es seguro es que el clamor de Gibara resuena hoy en toda Cuba, un país que parece estar despertando de un largo letargo.


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Dejamos estas preguntas abiertas para nuestros lectores:

  • ¿Qué papel juega la crisis energética como catalizador del descontento social en Cuba?
  • ¿Consideras que la respuesta del gobierno a estas protestas será el diálogo o la represión?

Este video muestra las imágenes de la protesta ciudadana en las calles de Gibara, documentando el momento en que los vecinos exigían electricidad y libertad.

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