Santiago de Cuba – La ciudad ha quedado sumida en la conmoción y el miedo tras el macabro hallazgo de un cuerpo desmembrado en el reparto Salao, Micro III. Este hecho, de una violencia extrema, confirma las peores sospechas después de que una cabeza humana fuera encontrada en un contenedor de basura en la misma localidad durante la mañana de este martes.
Según la información difundida por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, la investigación se intensificó gracias a las alertas de los vecinos, quienes denunciaron la presencia de restos humanos en la vía pública. Fuentes cercanas al caso indicaron que el hijastro de un hombre reportado como desaparecido intentó identificar la cabeza, pero el avanzado estado de descomposición impidió un reconocimiento visual inmediato.
Horas más tarde, las pesquisas condujeron a los investigadores a un apartamento situado en un tercer piso del mismo reparto, donde se encontraron otras partes del cuerpo. Peritos forenses se encuentran trabajando en el lugar para realizar los análisis científicos correspondientes que permitan establecer de manera fehaciente la identidad de la víctima, en medio de un hermetismo casi total por parte de las autoridades oficiales.
Aunque no hay una confirmación oficial, la comunidad especula que la víctima podría ser Ángel Luis Mercantety, un anciano de 74 años cuya desaparición fue reportada días atrás. Testimonios de residentes de la zona aseguran que Mercantety visitaba con frecuencia la vivienda donde se localizaron los restos, lo que ha reforzado esta hipótesis y ha sembrado el pánico entre quienes lo conocían.
Este brutal asesinato ha destapado la sensación de inseguridad que viven los cubanos. «Esto parece una película de terror, ya no se puede vivir tranquilo», confesó una vecina del área, quien prefirió mantener el anonimato por temor. Su sentir refleja el estado de alarma generalizado en una ciudad que, como el resto del país, asiste a un incremento de hechos delictivos de una crudeza inusitada, a menudo silenciados o minimizados por los medios estatales.
Mientras la investigación sigue su curso, los ciudadanos exigen respuestas y justicia. Este crimen no solo representa una tragedia para la familia de la víctima, sino también una prueba alarmante del deterioro social y la escalada de violencia que azota a Cuba.
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