
En una señal inequívoca del colapso estructural que vive Cuba, la prensa oficialista ha comenzado a reflejar, aunque de forma limitada, la desesperación que impera en la isla debido a la crisis energética. Un reciente artículo de opinión del periódico Adelante de Camagüey, titulado «Zombies sin horario», expone con una sinceridad inusual la angustia de un pueblo que ya no aspira a tener servicio eléctrico, sino simplemente a ser informado sobre su ausencia.
La autora del texto, Elia Rosa Yera Zayas Bazán, describe una realidad asfixiante con cortes de hasta 20 horas diarias. En sus palabras, la demanda ciudadana se ha reducido a un mínimo existencial: «Ya ni siquiera nos quejamos de la falta de electricidad […] Ni siquiera se exige más corriente, solo se exige el saber y ese es un derecho de cada ciudadano». Esta declaración evidencia la renuncia forzada a un servicio básico y el impacto psicológico de vivir en una incertidumbre permanente, orquestada por la propia ineficiencia del Estado.
Este lamento periodístico coincide con el quinto colapso total del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) en menos de un año, ocurrido este miércoles tras la salida imprevista de la termoeléctrica Antonio Guiteras. Este nuevo apagón general, el segundo de 2025, confirma que la red energética cubana se encuentra en un estado de deterioro irreversible, más allá de las justificaciones y promesas vacías que el Ministerio de Energía y Minas y la Unión Eléctrica (UNE) repiten sin cesar.
Mientras el régimen culpa a un vago «complejo escenario electroenergético» y anuncia futuros proyectos de energía solar que no resuelven la emergencia actual, la población cubana define su situación en las redes sociales con términos como «tortura psicológica» y «colapso permanente». La decisión de la Empresa Eléctrica de dejar de publicar los cronogramas de cortes ha sido la gota que colmó la paciencia, impidiendo a los ciudadanos organizar tareas tan básicas como cocinar, trabajar o cuidar de sus enfermos.
Aunque la columna del periódico Adelante puede parecer un acto de periodismo crítico, su análisis se detiene antes de señalar a los verdaderos responsables: la mala gestión, la falta de inversión crónica y la nula responsabilidad política de un régimen que ha abandonado la infraestructura del país. La publicación funciona más como una válvula de escape controlada que como una denuncia real, omitiendo las causas fundamentales del desastre que hoy pagan todos los cubanos.
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- ¿Consideras que este tipo de artículos en la prensa estatal son una estrategia para aparentar libertad de prensa o un reflejo de que el descontento ya es insostenible incluso para ellos?
- Hasta cuándo puede soportar el pueblo cubano esta situación sin información ni soluciones concretas?
- ¿Qué medidas reales debería tomar el gobierno de forma inmediata en lugar de seguir con promesas a futuro?