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La Habana.- La noche de este martes, la céntrica calle Reina de la capital cubana se convirtió en el escenario de una protesta ciudadana. Un grupo de vecinos, desesperados por la falta de agua potable y el abandono por parte de las autoridades, decidieron bloquear la vía como única forma de hacer visible su reclamo. Este acto de descontento social se produce en un contexto de máxima tensión, apenas un día después de que un derrumbe parcial en un edificio cercano dejara a más de una docena de familias sin hogar.

La manifestación fue documentada por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que a través de sus redes sociales exigió el respeto a los derechos fundamentales de la población. «Los derechos a la libre expresión y manifestación deben ser respetados. Los cubanos están cansados de la indiferencia ante la creciente pobreza en la que vive el país, que afecta al 89% de las familias», denunció la organización, poniendo de relieve la profunda crisis social y económica que subyace a estos eventos.

El origen inmediato de la protesta se remonta a la madrugada del lunes 18 de agosto. Alrededor de las 6:30 a.m., una parte de la estructura del inmueble ubicado en la intersección de Reina con Manrique y San Nicolás colapsó. El siniestro dejó a unas 15 familias, aproximadamente 50 personas, en la calle. Con sus pocas pertenencias rescatadas y apiladas en la acera, los damnificados recibieron la visita de funcionarios municipales que se limitaron a comunicarles la desalentadora noticia: no había capacidades disponibles para reubicarlos de forma inmediata.

Frustrados y sin un lugar donde dormir, alimentarse o asearse, los afectados han permanecido desde entonces a la intemperie. Según reportes del medio independiente Cubanet, la respuesta de las autoridades se ha limitado a enviar camiones cisterna con agua, una medida paliativa que no soluciona el problema de fondo y que muchos interpretan como un intento de apaciguar la situación sin ofrecer soluciones reales. La indiferencia oficial fue el detonante para que los damnificados, apoyados por otros vecinos, decidieran cerrar la calle.

La voz de la indignación se materializó en el testimonio de una de las vecinas afectadas, quien cuestionó directamente la gestión de las autoridades: “¿Para dónde nos van a mandar, para el campo? Yo para el campo no voy porque me voy a morir de hambre. ¿Por qué no nos mandan para el hotel Lincoln que está vacío?”. Sus palabras reflejan no solo la desesperación de haber perdido un hogar, sino también la percepción de una mala gestión de los recursos, donde hoteles turísticos permanecen vacíos mientras los ciudadanos duermen en la calle.

Este suceso en la calle Reina no es un hecho aislado, sino el síntoma de una enfermedad crónica que afecta al fondo habitacional de La Habana y de toda Cuba. La falta de mantenimiento durante décadas ha llevado a miles de edificaciones a un estado crítico, convirtiendo la vida diaria de sus habitantes en una ruleta rusa. La protesta de estos vecinos es un grito que exige más que soluciones temporales; es una demanda por planes concretos de reubicación, inversión en la recuperación de viviendas y una política sostenida que evite que estas trágicas historias continúen repitiéndose.


Desde Reporte Cuba Ya queremos conocer tu perspectiva: ¿Crees que estas protestas pueden generar un cambio real en la actitud de las autoridades? ¿Qué otras acciones podría tomar la ciudadanía para exigir sus derechos de manera efectiva?

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